Casey Halpern, profesor de Neurocirugía del centro médico y académico de la Universidad Estatal de Pensilvania, realizó una investigación junto con 16 científicos más, sobre cómo la obesidad también tendría origen en el cerebro.
Durante esta investigación, los estudiantes evaluaron a los pacientes mientras monitoreaban sus cerebros. Allí revisaban la actividad cerebral de las personas con obesidad mientras estos anticipaban y luego recibían un batido de chocolate.
Por medio de estos monitoreos, lograron observar que el hipocampo dorsolateral (dlHPC) —situado en la región del cerebro que procesa la memoria— y el hipotálamo lateral (LH) —que está en la región del cerebro que es responsable de mantener el puesto en un estado estable—, “se activan simultáneamente cuando los participantes anticipan recibir la comida gratificante.
Según los investigadores, esta actividad puede afectar su capacidad para controlar o regular sus respuestas emocionales cuando anticipan comidas o alimentos que les genera satisfacción. Además, señalan los científicos, el trastorno de estas conexiones es directamente proporcional al índice de masa corporal (IMC) de la persona.
Con esta investigación, esperan poder identificar a individuos que puedan ser propensos a desarrollar obesidad, así como desarrollar terapias novedosas (invasivas o no), “para ayudar a mejorar la función de este circuito crítico que parece ir mal en los pacientes que son obesos”.